Las ventas de coches han constituido, de forma tradicional, uno de los mejores medidores para constatar el optimismo social en la marcha de una economía. Pero, desde hace una década, el mercado parece caminar en una trayectoria distinta a la del resto de vectores del consumo y, así, este importante segmento de la industria no percibió la reactivación general del gasto familiar que se produjo el año pasado. De hecho, las matriculaciones de turismos en Euskadi se redujeron en 2022 un 11,2% en relación al año precedente, la quinta mayor bajada del Estado. No obstante, la caída fue más leve que la 2021, cuando el descenso fue del 18,2% en comparación con 2020, año marcado por la irrupción de la pandemia. Jon Lekue, representante de la patronal Faconauto en Euskadi, confía en que el mercado remonte a lo largo de este año y se recupere la normalidad. “Prevemos que el primer semestre siga siendo tibio y que la situación mejore después, con un aumento del 5%”, dice el también director general de Autonervión.
El consumo en los hogares se retomó ampliamente el pasado año, pero la venta de automóviles nuevos sigue ralentizándose.
A nivel general ha sido un año bastante complicado, y para nuestro sector también, debido a las consecuencias de la guerra en Ucrania, la alta inflación y la subida de los tipos de interés. Eso ha provocado que la confianza del consumidor haya sido mucho más baja que en años anteriores. También ha habido una caída en la capacidad de producción de los fabricantes y, por último, una crisis en el transporte que ha derivado en que haya menos coches disponibles en los concesionarios. Todo esto se traduce en unos niveles de actividad bastante por debajo de los de antes de la pandemia. Nos parece urgente un nuevo plan de estímulos, similar a los anteriores de ámbito vasco o estatal, para el achatarramiento de vehículos. Contamos con un parque automovilístico dos años más envejecido que la media europea y, cuanto más antiguo sea, más difícil va a ser reducir las emisiones contaminantes.
El año pasado se produjo una crisis de suministros desde Asia y entró en vigor el nuevo Impuesto de Matriculación. ¿Cómo afectaron estas circunstancias?
Los problemas de abastecimiento no solo se produjeron desde China o Taiwán, sino también desde otros países. Por ejemplo, una pieza de plástico empleada por determinantes fabricantes para el interrutor de un elevalunas eléctrico se traía desde Ucrania, y tras la guerra no ha sido posible. Respecto al marco impositivo, consideramos que el coche está muy cargado de impuestos y apostamos por una bajada del IVA. Además del impuesto de matriculación existen otros, como el de cirulación, y se produce una carga impositiva que retrae la compra. Por otra parte, el precio de los carburante subió el año pasado, y siempre que se da esa circunstancia las ventas de coches experimentan un descenso.
En los últimos años se está dando un cambio cultural en la movilidad, con jóvenes que optan por fórmulas alternativas al coche en propiedad. ¿Les preocupa?
Es una circunstancia con muchos matices, porque depende del tamaño de ciudad en el que se viva, la orogafía, el clima... No es que los jóvenes no quieran comprarse coche; es que no pueden permitírselo. Existe un problema de paro juvenil. Es cierto que existen esas nuevas alternativas de movilidad, pero hay que ver en qué dirección van a ir. Nosotros, por ejemplo, ya ofrecemos servicios de pago por uso a los clientes.
¿Los cambios legislativos en Europa para impulsar el coche eléctrico están generando confusión entre los interesados?Al final, da la sensación de que quien quiere comprar vehículo no sabe si adquirir uno de combustión ahora o esperar a que se desarrollen más ampliamente los eléctricos.
Sigue habiendo clientes con dudas, pero insistimos en que cualquier cliente que se compre un coche en la actualidad, del tipo que sea, no le van a prohibir su uso. La mayor parte de los automóviles van a poder seguir accediendo a las grandes ciudades a pesar de las restricciones en ciertas zonas. En Euskadi, el 43% de todos los vehículos vendidos el año pasado fueron de gasolina, seguidos de los híbridos, con un 29%, y los diésel, con un 14%.
¿Es posible cumplir con los plazos que se ha marcado Bruselas para la total sustitución del vehículo de combustión por uno eléctrico?
Es inviable que la única tecnología que se vaya a usar sea el vehículo eléctrico. Europa acordó prohibir la venta de coches de combustión a partir de 2035 y la circulación desde 2050, pero también el comisario de Mercado Interior dijo que se valoraría la posibilidad de retrasar esas fechas activando una cláusula de revisión en 2026. Es matemáticamente imposible que esas premisas se cumplan, porque con el nivel de matriculaciones, no da para renovar todo el parque actual de combustión. Hay que seguir apostando es por la neutralidad tecnológica, las emisiones netas de dióxido de carbono y la renovación del parque.
¿Cómo afecta toda esta situación al mantenimiento del empleo?
En Euskadi, los concesionarios representamos el 3,2% del PIB y empleamos a cerca de 6.300 personas. Es una proporción muy importante, porque tenemos una potente industria auxiliar. Pero si no vendemos coches, se fabricarán menos.