Hace 23 años que Burdina Taldea, equipo del hierro en castellano, nació en Andoain con el objetivo de involucrar a las instituciones en la recuperación del patrimonio histórico y cultural de Andoain y en la regeneración del valle de Leitzaran, para hacer de él un lugar más visitable. Más de dos décadas después, el grupo sin ánimo de lucro ha restaurado más de 75 elementos del patrimonio del valle y de pueblos limítrofes: caleros, molinos... En todos estos años han participado en sus actuaciones 250 personas.

Voluntarios

Burdina comenzó a funcionar con cuatro voluntarios y el apoyo económico de la Diputación Foral de Gipuzkoa. “El efecto boomerang existe. Pronto fuimos ocho personas y llegamos a ser hasta 80 voluntarios”, señala Xabier Arruti, miembro de Burdina. En esa época otros Ayuntamientos de la zona se pusieron en contacto con la asociación para que recuperaran su patrimonio cultural, muy ligado a la industria minera y metalúrgica.

En la actualidad, Burdina Taldea ha vuelto a sus orígenes y se ha centrado en trabajar en el valle de Lei-tzaran más próximo a Andoain, el valle de Ubaran. “Fue un valle muy concurrido por trabajadores, ya que había muchas empresas tanto de minería, carbonería como molinera”, recuerda Arruti.

Lugares emblemáticos

Al mismo tiempo, también están llevando a cabo actuaciones de lugares emblemáticos en la zona urbana del pueblo. Por ejemplo, el año pasado se hizo una intervención para recordar el lugar que ocupó la churrería Mendoza. Aunque la tienda desapareció, todavía hoy en día los andoaindarras, incluidos los jóvenes, llaman a esa curva de Kale Berria La Churrería.

Recientemente, han restaurado el reloj campanero de 1780 de la iglesia del barrio de Sorabilla. “El año pasado se bajó del campanario de Sorabilla y se desmontó pieza por pieza. Este año, una segunda fase del trabajo es montarlo y exponerlo en el Día Internacional de los Museos”, informa Arruti.

Está previsto que en la festividad de la Virgen del Coro de Sorobilla, el 8 de septiembre, se vuelva a llevar a la iglesia; aunque no se colocará en su ubicación original, si no que se quedará en la parte baja para que la gente lo pueda observar. Se trata de un reloj excepcional, puesto que además de las horas hacía resonar los cuartos a través de un sistema de programación rudimentario.

Visitantes

Este reloj se puede ver en el local que Burdina Taldea tiene en la calle Extremadura y en el que atesora más de 1.500 piezas halladas en el valle Leitzaran, una parte de su extensa colección. “Todo comenzó con un clavo –apunta Arruti–, después dos clavos, tres clavos, una cafetera... vas haciendo una colección”.

A lo que Ander Armendariz, otro miembro de Burdina, recalca que han contado con donaciones de vecinos de Andoain: “En la ganbara, tanto en el caserío como en casa, tienen estos objetos y para ellos son trastos, pero para nosotros pueden tener un gran valor. Hemos encontrado cosas muy interesantes. Por eso hacemos un llamamiento a los vecinos que tengan piezas antiguas a que se acerquen a nosotros”.

El río Leitzaran.

Otro de los trabajos que llevan a cabo es la rehabilitación de esas piezas. Juanjo Cancio se encarga con gran paciencia de dotar de brillo a esas piezas que han llegado carcomidas por la polilla.

Para este año ya tienen pensadas varias actuaciones. Una de ellas es la recuperación del antiguo embarcadero que se encontraba en el río Leitzaran, cerca de la ermita de la Santa Cruz, y el taller de anclas que se hallaba al lado. De hecho, la calle paralela a Leitzaran Kalea conserva el nombre de Aingurasutegi. Además, todavía hoy en día se puede observar el lugar en el que existía el acceso al río. “Pondremos un panel informativo con una foto grande y una antigua ancla, que ya hemos conseguido”, indican.

La ermita de Santa Cruz. J.L.

Por otro lado, al inicio de la vía verde y relacionado con el valle de Ubaran y el tren del Plazaola en el que se bajaba el mineral de la mina hasta Andoain, llevarán a cabo un homenaje al minero. Colocarán una bocamina, con unos raíles y unos vagones. “Será bonito”, asegura Arruti, quien asevera que las actuaciones que llevan a cabo en la propia localidad tienen una gran aceptación por parte de la ciudadanía.

No obstante, uno de los principales problemas que tiene en la actualidad Burdina, al igual que el resto de asociaciones sostenidas por el voluntariado, es la falta de relevo generacional. Por ello, hacen un llamamiento a los jóvenes del municipio a que se acerquen a la asociación para colaborar en la recuperación del patrimonio.